miércoles, 5 de septiembre de 2012

Mi embarazo (y VI): derivación a Alto Riesgo


     Mientras tanto a nivel laboral me dieron otra sustitución en otra población de la zona sur. En principio era para el mes de enero (por eso la escogí, las otras eran más largas y pensé que era mejor que las cogiera alguien que se fuera a quedar todo el rato) pero resultó ser para diez días. Cuando terminó no tenían nada para mí y me propusieron volver al instituto a pasar las mañanas en la sala de profes hasta que me encontraran algo. Dado que era más de media hora de M30, que me quedaban tres semanas para salir de cuentas y que la susodicha sala de profes estaba permanentemente helada por los recortes en calefacción, lo que hice fue irme al médico y pedirle la baja por dolor de espalda (lo cual no era falso aunque si hubiera estado en un insti más cerca de casa probablemente lo habría aguantado).

     El ecografista del OHG vio que, efectivamente, la nena era chiquitita (ya había unas cuatro o cinco semanas de diferencia), pero que el doppler salía perfectamente bien (eso del doppler lo que estudia es que el flujo en las diversas arterias- umbilical, cerebral- sea correcto, es decir, que el feto se esté alimentando correctamente a través de la placenta). Fue él quien nos explicó que a veces ocurre que hay bebés que son más pequeños sin más, pero que otras veces lo que pasa es que dejan de crecer porque la placenta falla y que entonces hay que sacarlos para que se puedan alimentar mejor fuera de la madre.

     De vuelta al tocólogo a llevarle los resultados. Esta vez se vino mi marido conmigo y esta vez fue menos borde con nosotros (¿había tenido un mal día la otra vez? ¿le impresionó el papá del Gurruño?). Eso sí, se empeñó y se empeñó en que había que finalizar el embarazo porque la nena no estaba creciendo y la relación riesgo-beneficio inclinaba la balanza hacia que mejor fuera que dentro. Así que me dio unos papeles para que me hicieran monitores (no me sé el nombre técnico, es muy largo. Se trata de una prueba en la que te atan unas correas con unos sensores a la barrigota para ver si tienes contracciones y cómo va el latido del feto) y otros para que me evaluara Alto Riesgo.

(Inciso: lo de Alto Riesgo suena mucho más impresionante de lo que realmente es. Hay muchos embarazos que son de Alto Riesgo aunque vayan bien: los múltiples, los de madre adolescente, los de después de un par de abortos consecutivos,...).

     Cualquiera habría pensado que unos papeles que ponen URGENTE y Alto Riesgo nos habrían abierto algunas puertas. Pero en el GHP no se impresionan con cualquier cosa. Allí me di de bruces con la burocracia, con el "estos papeles no se hacen así". Después de mucho rogar conseguí que me hicieran los monitores al día siguiente. Volví al centro de salud y allí una chica encantadora me dijo que le dejara mi teléfono para llamarme cuando me consiguiera cita para Alto Riesgo. Lo logró, me consiguió cita para la semana siguiente. La monitorización estaba bien, así que me tranquilicé bastante.

     Sin embargo, mi madre no se quedó tranquila y a la mañana siguiente llamó al hospital y me consiguió cita para esa misma mañana. La tocóloga fue bastante amable aunque se puso un poco nerviosa porque los informes que me habían ido dando los médicos del seguro privado no eran como los que ella escribía. Me tomaron la tensión (aunque no era absolutamente alta, sí lo era comparada con mi tensión habitual), me dijeron que tenía proteínas en la orina (aunque no me dijeron qué implicaba eso) y algo no debió gustarle en la eco que me hizo porque me llevó a que otro de sus compañeros me hiciera otra eco. Este doctor es una de las personas a las que creo que tengo que estar agradecida, ya que se dio cuenta de que los intestinos  del Gurruño aún no estaban suficientemente maduros como para sacarla (menos mal, porque lo mismo si no la habrían sacado prematura). Era viernes, y la doctora quería que me citaran para diez días más tarde, pero la ecografia me la tuvieron que hacer el viernes siguiente porque para el lunes no había hueco.

     Volvió a tocarme el mismo doctor para la ecografia, que me miró sorprendido y me preguntó qué hacía allí otra vez. La única diferencia con la eco de la semana anterior fue que el líquido amniótico era escaso, pero ni me dio ninguna explicación ni me dijo que fuera grave, asi que pase el fin de semana tranquila esperando a la consulta con la tocóloga el lunes.

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